El fenómeno fue anunciado por la Organización Meteorológica Mundial. Aunque se prevé que será “débil”, provocará más precipitaciones que lo habitual. Su mayor intensidad se dará en la primavera.

 

Si los pronósticos se confirman, este año la primavera no sólo colmará de flores los jardines: también se encargará de regarlas. Después de una larga sequía, el clima parece encarar un cambio y los próximos meses vendrían pasados por agua . Tras casi dos años dominados por La Niña –que dejó veranos calientes y suelos secos–, El Niño estaría listo para tomar su lugar. Así lo anticipó la Organización Meteorológica Mundial (OMM), que anunció la posible formación del fenómeno entre julio y septiembre, y pronosticó que se prolongará hasta fines de 2012.

 

“Como condición actual, el fenómeno de El Niño Oscilación del Sur (ENOS) está en una fase neutral. Pero de acuerdo con las previsiones, para los próximos meses habría una mayor probabilidad de que comience un evento de El Niño”, explicó a Clarín José Luis Stella, del Departamento de Climatología del Servicio Meteorológico Nacional (SMN).

 

Aunque aún es temprano para afirmarlo, todo apunta a que El Niño tendría una intensidad débil. “Basado en mi experiencia los ‘súper El Niño’ comienzan a detectarse hacia abril o mayo”, explica César Caviedes, profesor de la Universidad de Florida. Este Niño versión 2012 estaría llegando recién a fines del invierno y se reflejaría en una primavera más mojada. “Es una estación de transición; lluviosa en el noreste,” detalla Stella.

 

“Un evento de El Niño la haría más lluviosa”.

 

El aumento de precipitaciones afectaría principalmente al área metropolitana, y al centro y noroeste del país.

 

El Niño es generado por cambios en la temperatura de las aguas superficiales del Pacífico (ver infografía). Está asociado con fuertes lluvias en Sudamérica y el sur de los Estados Unidos y sequías extremas en el sudeste asiático y Australia. Todo depende de qué tan fuerte venga. “Los Niños fuertes están bien caracterizados”, dice a Clarín el meteorólogo Mauricio Saldívar y advierte que en los débiles son más difíciles de prever. “Además de las precipitaciones, probablemente se den más días con cielo nublado y mucha humedad”, aventura.

 

¿Y la temperatura? Según Carlos Zotelo, licenciado en Ciencias de la Atmósfera, “algunos trabajos han demostrado que en los años Niño, las temperaturas en el norte de Uruguay, sur de Brasil y el noreste argentino tienden a ser mayores a lo normal en invierno y menores en verano”. Pero todo dependerá del nivel de lluvias. Según el licenciado Leonardo Serio, de la cátedra de Climatología de la Facultad de Agronomía de la UBA, cuánto más agua cae, las condiciones “son más atemperadas; ni muy frías ni muy calientes,” señaló. Lo inevitable: una alta (y pegajosa) humedad.

 

Según la OMM, habría que esperar hasta agosto para saber con certeza qué rumbo tomará este Niño. Saldívar precisa que las lluvias serán mayores a las normales entre septiembre y octubre, en el centro y norte del litoral, con temperaturas superiores a las normales en el centro y norte y la zona cordillerana patagónica en el invierno y la primavera. “El resto del invierno no será riguroso, aunque eso no invalida la posibilidad de cortos episodios de bajas temperaturas” agregó. Abrigo más, abrigo menos, una cosa parece segura: no estaría mal hacerle un hueco al paraguas para tenerlo a mano.