El estrés es la respuesta automática y natural que emite un sujeto ante las situaciones que le resultan amenazadoras o desafiantes. El contexto en el cual se vive está en constante cambio y exigen continuas adaptaciones; por tanto, cierta cantidad de estrés (activación) es necesaria para que el organismo responda adecuadamente a los retos y los cambios de la vida diaria. Es lo que se conoce como eustrés o estrés positivo.

 

Si bien en un primer momento la respuesta de estrés es necesaria y adaptativa, cuando ésta se prolonga o intensifica en el tiempo, la salud, el desempeño académico o profesional e, incluso, las relaciones personales o de pareja del individuo se pueden ver afectadas.

 

Algunos de los signos observables en lo inmediato son:

 

-Cansancio físico

 

-Fatiga

 

-Falta de energía, ansiedad, fluctuación del ánimo, miedo,

 

-Dificultad para concentrarse

 

-Alteraciones del sueño (insomnio e hipersomnia)

 

-Tristeza, llanto, angustia,

 

-Irritabilidad

 

Los eventos externos como generadores de estrés no necesariamente deben ser muy notorios o intensos, sino que pueden “acumularse” en sus efectos hasta que la persona llega al límite. Por ejemplo Mudanzas y obras en casa; Exámenes; Problemas de pareja, discusiones laborales, sobrecargas laborales, excesiva responsabilidad en el trabajo, el clima relacional que se da en el trabajo, etc. La manera en que se interpreta lo que ocurre afecta la perspectiva y experiencia de estrés. De manera que con frecuencia es la interpretación lo que genera (o potencia) una reacción negativa de estrés, más que el evento o situación a la que el individuo se enfrenta.

 

El estrés se da en 3 fases:

 

1-Fase de alarma o huida: El cuerpo se prepara para producir el máximo de energía, con los consecuentes cambios químicos.

 

2-Fase de adaptación: También llamada de resistencia, que es cuando se mantiene la situación de alerta, sin que exista relajación. El organismo intenta retornar a su estado normal, y se vuelve a producir una nueva respuesta fisiológica, manteniendo las hormonas en situación de alerta permanente.

 

3-Fase de agotamiento: Sucede cuando el estrés se convierte en crónico, y se mantiene durante un período de tiempo que varía en función de cada individuo. Se aconseja, para el abordaje de ello, tratamiento farmacológico y psicológico, así como también, que el individuo realice actividades físicas (deportes, caminata, etc).