El gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz, participó este domingo de la 26ª Fiesta Provincial de la Bagna Cauda que se realiza en la localidad de Humberto Primo.

 

“Hoy es un día para recuperar lo mejor de nuestras tradiciones, de nuestra cultura de inmigrantes. La bagna cauda es uno de los platos típicos de la colectividad italiana, especialmente de los piamonteses, que llegaron hace más de cien años y que forjaron el desarrollo de una cultura de trabajo, esfuerzo y de valores que es lo que aun sigue distinguiendo a esta provincia”, expresó Lifschitz.

 

“Todos tenemos ganas de un futuro distinto, todos quisiéramos un país mejor, una provincia mejor, porque le hemos puesto el hombro a la provincia, en las buenas y en las malas. Venimos de unos meses complicados por la economía, la inflación, las tarifas y las lluvias, pero sin embargo nunca perdemos la esperanza, el optimismo, ni la fe en el futuro. Y esto es una gran fortaleza, porque los pueblos que tienen fe, que tienen confianza en su propias fuerzas, y que también sueñan con un futuro mejor y son capaces de traer esos sueños a la realidad y de hacer cosas, son los pueblos que avanzan”.

 

“En estos primeros meses del año, pusimos en marcha obras por más de 4.500 millones de pesos, y otro tanto vamos a seguir haciendo en el segundo semestre, trabajando junto con los presidentes de comuna, con los referentes locales, con las instituciones, porque sabemos que esa es la mejor manera de lograr mejores soluciones y de resolver los problemas mas rápido”, afirmó.

 

El gobernador dijo que “Santa Fe tiene mucho para darle al país porque nuestro sector agropecuario, a pesar de los problemas, ya se está recuperando. Sabemos que los tamberos tienen serias dificultades, y estamos haciendo gestiones permanentemente ante el gobierno nacional para tratar de lograr soluciones. Pero no nos quedamos de brazos cruzados, y también nosotros desde la provincia hemos puesto en marcha planes de financiamiento, de asistencia y de ayuda para las comunas».

 

SOBRE LA FIESTA

 

La fiesta surgió en 1991 agrupando dos fiestas populares: la de Santa Margarita, patrona del pueblo, y también el homenaje a aquellos gringos que trabajaron en estas tierras. El evento se transformó en la marca registrada de Humberto Primo, y cada 20 de julio reúne a centenares de familias en un almuerzo lleno de tradición.

 

El crudo invierno de los Alpes Piamonteses y las rudas labores campesinas complotaron en la creación de esta salsa caliente, rápida de preparar, económica y sustanciosa que ayudara a recuperar las energías perdidas en las largas horas de actividad. La geografía y la disponibilidad de crema de leche, en la mayor cuenca láctea de Sudamérica, desplazó al aceite de oliva utilizado originalmente. Lo que surgió entre los males del hambre, se transformó en un símbolo del reencuentro, de la unión y la familia, al dar paso a una verdadera fiesta de alcance nacional.