Esta zafra azucarera 2012 quedará como una de las peores en la historia de la cuenca cañera santafesina, con rindes que provocaron importantes pérdidas a los productores a raíz de una serie de situaciones meteorológicas adversas (sequía, lluvias inoportunas y heladas seguidas de altas temperaturas); así lo hizo notar la Asociación Mesa Azucarera y de Desarrollo Regional Santafesina (ACMAS), quien emitió un documento solicitando se declare la emergencia por desastre en nuestra zona.

Una estimación de lo que hubiese sido la zafra 2012 en condiciones normales, sobre las 6.732 hectáreas de caña existente en la cuenca, con un rinde de 35 toneladas por hectárea y un rendimiento industrial del 11% (110 kilos de azúcar por tonelada de caña) se hubiesen producido 25.918.200 kilos de azúcar; que aplicando el sistema maquila (55% para el productor y 45% para el industrial), habría quedado en manos de los productores 14.255.010 kilos de azúcar.

Sin embargo, los datos preliminares de esta zafra dan cuenta que ambos ingenios (Arno de Villa Ocampo y Las Toscas) molieron unas 40.000 toneladas cada uno, con rendimientos industriales muy bajos por el gran deterioro de la caña: 5,8% (58 kilos de azúcar por tonelada de caña) el Ingenio Arno y 5,26% (52,60 kilos de azúcar por tonelada de caña) el Ingenio Las Toscas. En total, el azúcar industrializada en ambos ingenios este año apenas fue de 4.424.000 kilos aproximadamente; muy lejos de los 25.918.200 kilos de azúcar que se hubiesen producido en una zafra normal.

A ello, hay que sumarle que no se aplicó el sistema de maquila, debido a las exigencias de los industriales para poder moler en condiciones adversas. El Ingenio Arno se garantizó un piso de 39 kilos por tonelada de caña entregada, quedando el remanente para el productor; y en el caso del Ingenio Las Toscas, el porcentaje aplicado fue de 50% y 50%.

Con todas esas variables, los productores recibieron este año 1.812.000 kilos de azúcar aproximadamente, cuando en condiciones normales deberían haber recibido 14.255.010 kilos; es decir, una pérdida de 12.443.010 kilos. Si se traslada a porcentajes, lo obtenido en esta zafa por el productor es apenas el 12,8% del azúcar que se obtiene en años normales.

Comisión de emergencia


En un reciente informe publicado por CampoLitoral (suplemento rural del diario El Litoral de Santa Fe) da cuenta que uno de los documentos aportados por el Ministerio de la Producción en la reunión de Emergencia del lunes 6 de agosto califica como “extremadamente crítica” la situación de la cuenca cañera; el primer impacto lo generó una “sequía histórica” durante el verano, que recortó 50% los volúmenes de caña en los lotes. Durante el período de mayor crecimiento del cultivo, entre noviembre y marzo, llovieron apenas 375 milímetros mientras la evapotranspiración, producto de las altas temperaturas con fuerte insolación, fue de 746 milímetros; de tal modo el déficit estimado fue de 400 milímetros. Como consecuencia, contra un promedio de 40 toneladas por hectárea logradas en la zafra pasada en la actual apenas se consiguió una media de 17.

Luego, en el inicio del otoño, llegaron “lluvias atrasadas” que activaron el proceso de crecimiento de los cañaverales, “pero afectaron severamente el proceso de sasonamiento y maduración” por el cual se acumula azúcar en los tallos, disminuyendo el nivel de sacarosa por debajo de lo normal.

Más adelante, en los primeros días de junio de produjeron severas heladas que provocaron “la muerte del meristema apical (la punta de la planta) y de los nuevos tejidos” que habían logrado desarrollarse en abril y mayo, según consigna un informe de la AER (Agencia de Extensión Rural) Las Toscas del INTA. Los registros del 7, 8 y 9 de junio acusaron temperaturas de hasta 3.4º centígrados bajo cero.

Como si fuera poco, entre el 12 de junio y el 2 de julio las máximas promediaron alrededor de 29º centígrados, con máximos de 31º y 32º, que “tuvieron un doble efecto” en los cultivos. En aquellos que mostraban yemas laterales sin daño por las heladas indujo a la brotación, mecanismo que “ocasiona que la planta produzca un desdoblamiento de los azúcares complejos (sacarosa)”, reduciendo los rindes industriales. Mientras en los parcial o totalmente dañados por las bajas temperaturas favoreció la proliferación de bacterias y hongos, además del ataque de insectos, que aceleraron la degradación “de la totalidad del material cosechable”.

Próxima campaña


Otra complicación para los productores es limpiar los lotes para la campaña entrante, que además se presenta prometedora por las lluvias que aportaría El Niño. El informe del INTA Las Toscas señala que “la caña debe ser cosechada y sacada de la chacra para no comprometer la cosecha 2013”.

“Lo ideal sería limpiar los campos para tenerlos listos, el tema es quien paga ese trabajo”, advirtió el Ing. Elvio Lovisa, quien reconoció que “ya se está pensando en el año que viene”. Para el técnico, “tener mal presentado el cañaveral al momento de las lluvias del niño es una pena, tendrían que llegar por lo menos fertilizados”. En tal sentido se estaría pensando en solicitar apoyo financiero o económico para la limpieza y preparación de lotes.

De igual modo, puestas las expectativas en el próximo año, también preocupa la disponibilidad de semilla. “La disponibilidad de caña para ser utilizada como semilla en las nuevas siembras es prácticamente nula”, afirman desde Las Toscas, y calculan que “la superficie actual con caña de azúcar en la cuenca no experimentará crecimiento”. Por lo tanto, “para la campaña siguiente todos los troncos (cepas) de la cuenca serán un año más viejos, lo que hace imperioso extremar los cuidados agrícolas en la próxima primavera, para conservar la capacidad productiva”. El reporte considera en riesgo la estabilidad “tanto a nivel producción primaria como industrial” y avisa que se requieren “recursos externos al sistema cañero”, que serán “imperiosos para permitir a la cuenca sortear esta situación y continuar su desarrollo”.

Lovisa dijo que “se está plantando un poquito” porque “algo de semilla quedó en lotes regados” (entre 100 y 200 hectáreas). Según sus cálculos, “con suerte” se sembrarán unas 800 a 900 hectáreas, contra las 2.500 del año pasado. Así, en 2013 habrá menos área sembrada, ya que se calculan en 1.500 las hectáreas a destruir (por viejas), lo que arroja una proyección de 6.100 hectáreas totales para el año próximo.

 

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