El fiscal de Cámara de Vera, pidió al tribunal revocar o modificar el procesamiento de la docente de Calchaquí, que en junio pasado mató a su concubino de tres disparos. Una decena de testigos calificados relataron la historia de violencia desmesurada a la que estuvo sometida la mujer.

 

Los vecinos de Calchaquí que conocían a la familia Kornicki fueron categóricos, cuando ante los Tribunales de Vera declararon sobre el escalofriante mundo de violencia física y moral al que estaba sometida la docente Analía González y sus cuatro hijos. Al menos una docena de personas allegadas a ella y a quien en vida fuera su pareja, el mecánico Alejandro Kornicki, aportaron crudos relatos que pusieron de relieve más de una década de sometimiento y dolor, a los que un día de junio, la mujer puso fin de la peor manera.

 

Analía mató a Alejandro el viernes 14 de junio en la casa que ambos compartían en el barrio Belgrano. Era la hora de la siesta cuando se escucharon los cuatro disparos que terminaron con una áspera discusión, que como de costumbre, hubiera finalizado con la docente con los ojos amoratados, una costilla rota o terribles marcas en sus piernas y brazos.

 

El juez de Instrucción de Vera, procesó a la docente como probable autora del delito de “homicidio calificado, agravado por el uso de arma de fuego” y le concedió la prisión domiciliaria para que pudiera dedicarse al cuidado del menor de sus cuatro hijos, por entonces de 4 meses.

 

Los abogados de la defensa – Martín Gauna Chapero y Virgilio Benedetto – fueron en apelación ante la Cámara de Vera, donde plantearon las alternativas de atenuación, dado que desde un comienzo se denunció la presencia de un claro caso de “violencia de género”.

 

“Emoción violenta”

 

Este miércoles, el fiscal de Cámaras, José Antonio Mántaras, presentó un escrito de expresión de agravios en el que le solicitó al tribunal “revocar o reformar el procesamiento” y en su lugar se reemplace la calificación empleada por la de “homicidio bajo un estado de emoción violenta”. También pidió que dispongan “su inmediata libertad”, ya que resulta difícil pensar en una fuga o entorpecimiento probatorio.

 

Mántaras destacó la ausencia de antecedentes de Analía González, su estructura familiar con cuatro hijos a cargo -uno de 6 meses-, su trabajo estable como docente provincial, a lo que también sumó “el elevado concepto social”.

 

Este último factor fue el que además, le acercó una docena de testigos calificados, que contaron una historia impensada de sometimientos, golpizas, menoscabo y sufrimientos físicos y psíquicos.

 

Compañeras de trabajo, vecinos y profesionales de la salud que en diferentes circunstancias interactuaron con el grupo familiar, así lo detallan.

 

Un brazo quebrado

 

No se ha puesto en discusión la autoría del crimen, dijo el fiscal Mántaras; en cambio, sí sus consecuencias ya que “tenemos sobradamente acreditada la extrema violencia, tanto física como moral que Kornicki ejercía sobre todo su grupo familiar”. El nutrido relato de testigos le permitió al fiscal arribar a la conclusión de un “cuadro conflictivo que a diario se producía en el seno familiar; golpes, insultos, amenazas y todo tipo de injurias que también eran padecidas por los pequeños hijos de la pareja”.

 

Sus compañeras docentes y directivos del establecimiento donde trabajaba la recuerdan “anoréxica y nerviosa, con un traumatismo de muñeca y mano, o con anteojos oscuros, vistiendo de mangas largas en veranos calurosos”. También aseguran “haberla visto asistir a la escuela con un ojo moreteado y un brazo quebrado”.

 

A propósito de aquel episodio, una vecina recordó una gran pelea “y la voz de Analía que decía, ‘basta, basta’. Al otro día veo a Analía con un brazo enyesado y ella dijo que ‘me tropecé con el trailer de la lancha’”. Luego se supo a partir del comentario de uno de sus hijos, “que su padre la había tirado a la fosa del taller a su mamá y de ahí deduje que su brazo enyesado podría ser producto del castigo de Alejandro”, contó.

 

Perfil psicológico

 

“Ella era de perfil bajo, sumisa, introvertida”, lo que para el fiscal encuadra en la posición psicológica del “síndrome de la mujer maltratada”. Alrededor del año 2001, cuando todavía no tenía hijos, “ella llegaba con golpes en su cara; una vez dijo que le dolía en la parte de sus costillas y daba clases con anteojos negros”.

 

También se agrega al expediente el testimonio de una psicóloga que trató con Analía “hace unos 11 años, cuando su hijo mayor era bebé”. “Se acercó a mi consultorio solicitando un informe para presentar en su trabajo, se la indagó respecto a su historia de la cual aparecieron dos situaciones, toda la cuestión de baja autoestima de Analía, con personalidad de mujer sometida con imposibilidad de hablar francamente para expresar lo que le sucedía, se expresaba con miedo, dudas. Al preguntarle por su relación con su esposo, Analía era como que no quería manifestar por miedo a lo que podía venir después en su hogar. Vi que no era tanto el maltrato físico, en ese momento fueron zamarreos de Kornicki hacia Analía, pero noté que sí había maltrato psicológico, moral hacia ella de acuerdo con lo que Analía me decía”.

 

Dictamen final

 

“He de dictaminar solicitando al tribunal el cambio de calificación legal respecto de la conducta reprochada a la imputada”, dijo el fiscal Mántaras “con estricto fundamento en el estado emocional que vivenciaba la imputada ante la gravedad de los actos de violencia padecidos, tanto por ella misma, como por ver el castigo que recibía su hijo menor, frente a un sujeto irascible e incontenible, portador de claros indicadores de desequilibrio conductual que mantenía en constante estado de violencia el seno de hogar”.

 

El fiscal abrevó en el tema diciendo que “está claramente demostrado, al menos en esta precoz instancia del proceso, que la imputada González cuenta en su haber con un largo trajinar de conflictos y padecimientos, tanto físicos como morales provocados por la víctima, extensivos a todo el grupo familiar, aflicciones que sufrió hasta el mismo momento en que comete el acto homicida”.

 

Analía González contó cómo mató a su marido

 

Analía González contó en indagatoria que ese 14 de junio “estaba con su hijo de cuatro meses en sus brazos, cebándole mates a su concubino, éste le pide que le busque un ‘foco’ y que con motivo de haberse equivocado Kornicki comienza a insultarla”.

 

En resguardo del bebe optó por irse del taller y volver a la casa, pero Kornicki la siguió hasta el auto y comenzó a darle patadas y puñetes en todo el cuerpo, logró sacarla del vehículo de los pelos, todo delante de su hijo, que le pedía al padre que no le pegue más. Luego, seguramente por la conmoción, portando el revólver que había sacado del dormitorio va en búsqueda de su agresor y sin mirar le dispara viendo luego a su concubino tirado en el suelo, volviendo luego al auto para asistir a su bebé que estaba llorando. Cabe destacar que el médico que asistió al lugar del crimen constató lesiones tanto en la mujer, como en su hijo de 8 años.

 

“Agradezco a Dios haberme ido a tiempo”

 

La ex esposa del fallecido Alejandro Kornicki reconoció ante el juez que “estuve casada dos años y medio o tres con él, en esos años mi vida fue un calvario, me maltrataba”.

 

Al igual que Analía, “me mandaba a buscar herramientas, por ahí yo le daba una herramienta que no era y él me pegaba cachetadas, patadas en las piernas con los borcegos con punta de acero, me maltrataba con malas palabras, me amenazaba, y cuando yo le decía que me quería separar de él me decía ‘hacé la prueba de irte’ con un rostro intimidatorio. Sus ojos se le ponían brillosos, esa imagen nunca me la voy a olvidar” y “agradezco a Dios haberme ido a tiempo”

 

El Litoral – InfoVera